Hair, de James Rado & Gerome Ragni / Adaptación: Pablo Gorlero (TEATRO)

En su 50º aniversario, Hair la obra de culto que supo marcar un antes y un después en el mundo de los musicales, vuelve a nuestro país para dejar huella como parte de los espectáculos que no por nada, se han convertido en clásicos a lo largo del tiempo.

La historia trata sobre una comunidad hippie en los Estados Unidos de 1968 y toca temas como el amor, la paz y la liberación de los jóvenes en aquella época. Lo que parece en principio un simple relato de lo que significa pertenecer a estos grupos, va filtrando la puja de deseos y contradicciones de uno de sus integrantes, haciéndolo cuestionarse si lo correcto es quedarse o servir a su nación ante la ineludible Guerra de Vietnam.


Podríamos preguntarnos si un argumento como este tiene vigencia en la actualidad y la respuesta es sin dudas que sí. Aunque despojáramos a la obra de los tópicos mencionados anteriormente y dejáramos lo esencial, llegaríamos a la conclusión de que la grieta que había en aquel entonces no es muy distinta a la de hoy en día. Y si hay algo que nos puede salvar ante esa indiferencia que nos separa, es aceptar que nuestra existencia puede tener algún significado genuino.

Con un elenco conformado por 30 intérpretes, todos tienen un momento para lucirse. Incluso cuando alguno de ellos no está en el foco de la atención, no hay un segundo donde no estén sosteniendo a sus personajes. Los trabajos de Agustín Iannone (Claude), Belén Ucar (Sheila), Mariel Percossi (Jeanie), Sacha Bercovich (Woof), Eugenia Gil Rodríguez (Dionne) y Nicolás Cucaro (Nene) (solo por nombrar algunos) son de tal calibre que contemplar lo que hacen en el escenario es casi magnético. La banda de 8 músicos que toca en vivo, es pareja y suena con tanta fuerza que emociona.


Otro de los aciertos en cuanto a la dirección es haber hecho una versión propia y no un calco de las ya vistas. En la última representación que se realizó en Broadway por ejemplo, la imagen final aludía al patriotismo norteamericano y hacía mella en eso. Acá, se opta por dejar que esa escena sea un canto a la vida y que tanto los actores como el público, pasen a ser una misma unidad.

Una de las cosas que entiende Gorlero a la perfección es que dramaturgia es todo: no sólo el texto y para eso, coloca los elementos (iluminación, vestuario, música, etc.) en función de la puesta en escena. La conjunción de cada uno de estos rubros hace que desde que ponemos un pie en la sala hasta que nos vamos, la energía que se respira en el ambiente se quede por un buen rato entre los que estuvieron presentes, logrando que Hair sea una de las propuestas más deslumbrantes del teatro porteño y por qué no, del 2019.



 Natalia Noriega

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